sábado, 9 de enero de 2010

NUEVA ZELANDA

Noviembre 30 a diciembre 12

Muchas fueron las expectativas que nos fueron creando los comentarios de la gente que conocimos durante este año sobre la visita a Nueva Zelanda, todos dicen que es hermoso, que tiene tantas cosas por hacer que debíamos estar mínimo un mes, pero finalmente solo pudimos tener dos semanas, que tratamos de sacarle el mayor provecho como de costumbre.

El país se compone de dos islas, su capital Wellington y está en el sur de la isla del norte, su población es de 4 millones de habitantes, su idioma es el Inglés y la moneda es el dólar neozelandés NZD que en ese momento se cotizaba a 0,75 USD / NZD.

Volamos desde Sydney un domingo en la noche a la ciudad de Christchurch en la isla del sur, este sitio es famoso por ser muy turístico pero como aún no empezaba el verano oficialmente, nos confiamos en la conseguida de hotel, reservamos un hostalito el mismo día en Internet, y al llegar al aeropuerto tomamos el bus que nos dejó en el centro de esta pequeña ciudad a las 11 de la noche. Estaba lloviendo bastante y el pueblo parecía desolado, nos impresionó mucho al caminar por sus calles rumbo al hostal, pero pensamos que al ser domingo era normal. Que sorpresa tan grande nos llevamos cuando no encontramos a nadie en la recepción, pudimos entrar porque unos huéspedes llegaron en ese momento y usamos uno de los computadores para verificar el email nuestro, en busca de la confirmación de la reserva, cuando nos dimos cuenta que nunca nos confirmaron nada. Nos pusimos en la tarea de buscar de nuevo un hotel, siendo las 11:30 PM pensamos que no sería difícil, pero por estar tan encima no había forma de confirmarlo inmediatamente, así que salimos en medio de la lluvia caminando a un Ibis Hotel que sí tenía recepcionista y este nos confirmó que esa noche había un concierto de Pearl Jam y por esto todos los hoteles estaban completamente llenos, el desconsuelo que nos dio no fue nada chistoso, ya nos veíamos pasando la noche en el Mc Donalds 24 horas de la esquina. Amablemente el señor nos prestó el teléfono para llamar a todos los hoteles de la ciudad, que deben ser como 100, hasta que finalmente un señor contestó con vos de dormido, y dijo que tenía una habitación, pudimos tomar un taxi, peleándonoslo con los borrachitos asistentes al concierto que ya estaban buscando forma de irse para sus hoteles, y llegamos a un motel de carretera bastante malito pero que parecía un 5 estrellas para ese momento.


Al día siguiente pudimos ubicarnos mejor y conocimos la ciudad, que es bastante bonita, muy parecida a los pueblos pequeños de Inglaterra, la lluvia y el frío que estaba haciendo no le ayudaban mucho en realidad pero el pueblo tiene muy buenos restaurantes y pudimos almorzar un delicioso blue cod (bacalao azul) y un lomo de res de alto nivel, algo que no habíamos podido encontrar desde que salimos de Argentina hacía 9 meses. El clima que no esperábamos, nos sorprendió y justo nos dimos cuenta que el buso de Susa se nos había perdido en Australia, así que tuvimos que salir de shopping, lo cual fue muy divertido, porque la infinidad de marcas y almacenes de ropa para deportes de aventura es para volverse loco, nos queríamos comprar todo.

Al día siguiente nos recogió puntual una van de Jucy Rentals, para recoger nuestro carro alquilado que nos llevaría de viaje por toda la isla del sur los próximos 8 días, no nos fue tan bien como en Australia porque nos dieron un Nissan station wagon de los 90’s con más de 200 mil Km. pero que serviría su propósito, además fue lo más barato que pudimos conseguir y tocaba disfrutarlo de todas formas. Nosotros ya sabíamos que esas compañías “budget” diseñadas para backpackers son de muy mala calidad y uno recibe lo que paga, por eso recomendamos enfáticamente “nunca alquilar un carro en Jucy Rentals”.

Arthur’s Pass

Decidimos hacer un recorrido completo de la isla sur de NZ, así que iniciamos rumbo oeste, tomando la carretera que cruza desde la costa oriental en Christchurch hasta la occidental en Greymouth, esta ruta atraviesa el sistema montañoso de la isla que va desde el sur hasta el norte por el costado occidental. El cruce se conoce como Arthur’s pass, y es uno de los destinos preferidos de los visitantes, que hacen el viaje por carro o en tren como un programa de día entero. El recorrido es muy lindo, los paisajes son deslumbrantes, al principio mucha llanura verde y plana, y luego se ven muchas colinas lindas, que embellecen más cuando la cordillera alcanza una altura suficiente para tener sus picos nevados, aún en esta época que es el comienzo oficial del verano (1 de diciembre). Lo más sorprendente de la manejada fueron los puentes que solo tienen un carril, lo que contrasta bastante con el excelente estado de la carretera. El clima opacó un poco los increíbles paisajes, pero no dejamos de disfrutar de este ambiente tan especial que tienen los picos nevados en medio del verde intenso de los pastos.

Pancake Rocks en Punakaiki


Por referencia de unos Kiwis (Neozelandeses) que nos conversaron bastante en Christchurch, decidimos pasar la noche en la pequeña población de Punakaiki, un lugar muy tranquilo con bellos hoteles pequeños y bien ambientados al frente de la costa, encontramos un lugar muy especial para dormir, una cabaña de madera “lovely” (adorable) como decía la dueña, con cocina, salita, TV pantalla plana, calentador, un lugar perfecto para pasar una noche tranquila con el sonido de la lluvia acompañados por una botellita de vino tinto local. Al día siguiente fuimos a ver las piedras en forma de Pancake, una zona de la costa, que tiene una formación geológica muy particular, el agua del mar fue esculpiendo con el pasar de los años la superficie de la roca en el acantilado, y esta tomó la forma de una pila de panqueques, esto se extiende por unos 100 metros de largo en la costa y en el medio tiene un gran hoyo soplador (parecido al de San Andrés) pero con un diámetro de unos 10 metros, donde se siente fuertemente el rugir del mar al momento de reventar las olas con la marea alta. La vegetación de esta parte de la costa occidental fue algo que nos impactó mucho, la montaña está muy cerca de la costa, y está totalmente cubierta por un capa verde de arbustos muy especiales, tupidos y con hojas de penca, pareciera que uno se encuentra en una montaña alta, por el color intenso del verde y el tipo de plantas, mejor dicho una vegetación que no hemos visto en otra parte, lástima que el clima aún no nos ayudaba mucho y las fotos no pueden mostrar bien como es.




Glaciares Fox y Franz Josef


Manejamos nuestro pulgoso carro rumbo al sur, para nuestro primer destino estrella: los glaciares. En Argentina no tuvimos tiempo de visitar el Glaciar Perito Moreno, y nunca habíamos visto uno así que íbamos ansiosos de tener la primera experiencia en este tipo de formación natural. La carretera continuaba siendo un atractivo como tal, ya que bordea la costa oeste y al lado izquierdo está la cordillera con varios picos nevados. El glaciar más famoso es el Franz Josef, pero por recomendación de los mismos Kiwis mencionados antes, fuimos unos 45 Km. más al sur, al glaciar Fox, porque supuestamente era menos turístico y se podía apreciar mejor. El pueblo de Fox Glacier es diminuto, tiene 20 casas sobre la carretera, de las cuáles dos son pubs y 10 son compañías de turismo, que ofrecen todos los planes, escalada, trekking al glaciar, visita en bus, sobrevuelo en avioneta, sobrevuelo en helicóptero, escalada en helicóptero, etc.. Mejor dicho hay de todo y para todos.

Un país diseñado perfectamente para el turismo
Viajar en NZ es realmente un placer, la industria turística de este país es casi perfecta, la población está totalmente involucrada con la estructura de turismo y esto hace que el visitante se sienta confortable desde que llega. Todos los pueblos tienen un centro de información turística, que está dotado con la información completa de los destinos en todo el país, en los pueblos principales como Christchurch hay stands completos con todos los folletos promocionales de las infinitas actividades que se pueden realizar; Hay personal especializado que de forma gratuita te orienta en todo lo referente al viaje que querás hacer y te puede inclusive ayudar a reservar todo desde allí; Tienen mapas de todo tipo, guías completas ilustradas con información de hoteles, actividades, restaurantes, museos, etc. Es tanta la información que uno se vuelve loco tratando de definir lo que quiere, sale uno pensando que necesitaría más de un mes para cubrir todo lo que le llama la atención. Todos los hoteles y compañías tienen un número de teléfono gratis (1800), así que uno puede comprar una tarjeta SIM para el celular y llamar a todas partes para reservar gratis. No entendemos como pueden vender libros guía de este país, la realidad es que viajar allá es tan fácil como moverse en tu propia ciudad, todo es amigable, organizado y cerca, y lo mejor es que el neozelandés está preparado y dispuesto siempre a ayudarte como visitante.

Entramos a uno de estos lugares llamado Mountain Helicopters, donde George nos orientó amablemente al respecto de los glaciares, explicó que la diferencia es que el Franz Josef es más empinado mientras que el Fox es más grande. Dado que la actividad principal es trekking o caminar sobre el glaciar, más turistas van al Franz Josef, sin embargo la vista del glaciar Fox es más linda, ya que este cae a un valle precioso donde está el pueblo y tiene un lago que refleja la imagen de la montaña y el glaciar al atardecer. Después de toda esta información, mirar folletos y analizar combinaciones de actividades, tiempo y precios, tomamos la decisión de empezar nuestra verdadera experiencia en el país del turismo aventura:



Vista panorámica desde el valle hacia el glaciar Fox

VOLANDO SOBRE NUEVA ZELANDA


Hace mucho tiempo que teníamos ganas de volar en un helicóptero, muchas veces pensamos hacerlo sobre la isla de Manhattan en Nueva York pero nunca pudimos sacar el tiempo, así que esta vez decidimos hacer un vuelo de 35 minutos sobre el glaciar Fox y el monte Cook, el más alto de NZ con 3.754 Metros, reservamos para el día siguiente a las 11 AM, para ver el glaciar en toda su extensión y luego trekking en el Franz Josef para la tarde, de forma que pudiéramos vivir más de cerca lo que es un glaciar.
Preguntándole a George por un lugar para dormir, resultó ofreciéndonos un cuarto en su propia casa, él vive con su esposa y sus dos hijos en una casa espectacular a unos 200 metros del pueblo, es un lote muy lindo rodeado de pastos y con una casa blanca en madera y un pequeño garaje independiente, que acondicionaron para hospedaje, era un lugar encantador, perfectamente limpio con sabanas blancas, piso en madera y un baño amplio, rápidamente nos instalamos y nos sentamos en la banca de afuera a disfrutar del paisaje de esta pequeña finca con vacas y gallinas. Más nos demoramos en abrir el vino cuando la esposa de George salió a darnos la bienvenida, una mujer más conversadora que el promedio de los kiwis, lo cual ya es mucho decir. Nos contó todo sobre el pueblo, sobre la casa, sobre la vista linda del glaciar desde el lago y otras cosas, Omar le preguntó por un lugar para cenar esa noche que tuviera chuleticas de cordero, pues desde que llegamos no habíamos visto un restaurante que las incluyera en la carta, y esa es la joya culinaria de esta parte del mundo, ella nos aclaró que en NZ venden las chuletas en el mercado y algunos lugares la sirven, pero que no es tan común, la mayor parte de la producción se exporta, cualquier parecido con el caso de nuestro café es pura coincidencia. Ella explicó que allá venden las “lamb chops” que son las chuletas grandes o el costillar grueso y las “lamb cutlets” que son las costillas más delgadas con los huesitos partidos individualmente, las verdaderas chuleticas que se pueden comer en los restaurantes de América. La señora era lo más querida el mundo, hasta nos trajo las bandejas de cordero que tenía congeladas en su nevera para mostrarnos la diferencia, luego de un rato de habernos quedado solos tomándonos nuestro vino, apareció ella con un plato de chuleticas de cordero preparadas para nosotros, nos pareció el detalle más especial del mundo.

Sobrevuelo en helicóptero sobre el Fox Glacier y Mount Cook aterrizando en la nieve

A las 11 AM estábamos listos para nuestro anhelado vuelo, con diez minutos de instrucciones de seguridad básica estábamos ya parados al frente del helicóptero verde panorámico, que llegaba de su vuelo anterior con dos turistas que no podían con la alegría. Nos montamos rápidamente adelante con el piloto, nos pusimos los audífonos y en un segundo estábamos sobre el aire, la sensación de despegue es como si lo jalaran a uno desde arriba en un columpio, es impresionante la rapidez y maniobrabilidad de esos aparatos, la vista sobre el valle estaba hermosa y el día era soleado y con cielo azul, perfecto para el objetivo de ver la montaña.



El vuelo empieza subiendo sobre el cañón por donde baja el glaciar y las diferentes texturas y colores que tiene el hielo a medida que se hace más grueso y alto en la montaña son espectaculares, Omar no paraba de tomar fotos para todos lados, si se acerca un poco en las fotos de puro hielo se pueden ver las grietas que se forman y el color azul intenso del fondo, que es el hielo más sólido al interior del glaciar. Los glaciares son formaciones geológicas de agua congelada desde hace millones de años, con una gran solidez y grosor que les permite mantenerse en su estado a pesar de la diferencia de temperatura con el ambiente natural, inclusive cambia de tamaño dependiendo del comportamiento del clima, el Fox particularmente aumentó de tamaño en los 90’s y ha disminuido en la presente década. Es impresionante sentirse entre un espacio tan grande de hielo, desde el valle se ve mucho más pequeño de lo que es y su magnitud solo se aprecia cuando ves la altura de las montañas que forman el cañón y la pequeña silueta de los turistas que están haciendo trekking sobre él.





Al alcanzar la cima de la montaña la vista se abre totalmente sobre un horizonte lleno de picos nevados, entre ellos el monte Cook, que es muy grande y totalmente blanco cubierto de nieve, las nubes bajas que cubrían las montañas hacían parecer todo un gran valle blanco como de película, al sobrepasar la cima nos acercamos a una ladera del monte Cook donde aterrizamos suavemente y pudimos bajarnos del helicóptero, la nieve era profunda y muy finita, parecía polvo, y los pies se nos enterraban hasta la mitad de la pierna, las fotos desde allí son una pequeña muestra de este inolvidable momento. Al regreso pudimos ver otro helicóptero que aterrizó cerca de allí, donde se bajaron 4 personas, el piloto, un cura y una pareja de novios que estaban celebrando su matrimonio. Que tal el lujo?







Bajamos de nuestro primer vuelo sobre NZ totalmente satisfechos, fueron 35 minutos sensacionales, volar en helicóptero es uno de los mejores planes que hemos hecho y sobrevolar un glaciar con la posibilidad de aterrizar y caminar sobre la cima de la montaña nevada es un verdadero lujo, una experiencia extraordinaria.


Trekking sobre el glaciar Franz Josef

Almorzamos rápidamente uno de los sanduchitos que hicimos en el carro mientras manejamos hasta Franz Josef para llegar a tiempo a nuestro programa de trekking de medio día sobre el glaciar, después de haber visto esas imágenes queríamos tocar ese hielo y ver de cerca la magnitud de las grietas. Nos entregaron una botas grandes de cuero grueso, una riñonera con un par de crampones (bases de hierro con puntas para las botas) y una chaqueta impermeable, muy parecido al equipo que tuvimos en nuestra subida al volcán nevado Miraflores en Pucón, Chile; luego nos montaron en un bus que nos llevó hasta la base del glaciar, y unos guías muy jóvenes y muy amables como buenos kiwis de campo, nos fueron contando todo sobre este, y nos mostraron como en los últimos 20 años ha perdido más de 200 metros de longitud.






Una vez llegamos caminando a donde comienza el hielo, nos hicieron poner los crampones y comienza la caminada hielo arriba, la compañía de turismo tiene guías distribuidos por toda la zona de acceso al glaciar, cavando con un pico de hierro los escalones sobre los que se puede subir, es bastante empinado y hay zonas donde se requiere sostenerse de una cuerda pasamanos, que ha sido fijada previamente al hielo, es impresionante lo pequeño que uno se siente cuando está arriba, pasaron más de 2 horas y no habíamos avanzado más de cien metros, pero ya entramos en zona totalmente blanca y con grietas profundas, bastante intimidantes, pero muy lindas, inclusive pudimos entrar en algunas de ellas y tomarnos las fotos con ese fondo azul del agua congelada. Al cabo de 4 horas y muchísimas fotos bajamos de nuevo y con una gran sonrisa nos regresamos a nuestro cuarto en la finca de George.




Grandes rocas de hielo que caen del glaciar

Los famosos Kiwis


No sabíamos que los llaman así por su animal nacional, el kiwi, que es un pájaro redondito, con el pico largo que solo sale en las noches y se puede ver en las carreteras, pero la verdad no logramos verlo sino en los peluches que venden en las tiendas de suvenires.




Estas dos fotos son alguna de las múltiples vistas que hay sobre la carretera

Región vinícola y lago Wanaka


Temprano en la mañana empezamos nuestra ruta hacia el lago Wanaka, paisajes especiales en medio de un día muy soleado, hacia las 11 de la mañana llegamos a una zona vinícola muy linda, donde pudimos hacer un par de paradas para catar los vinos locales, que en esta región se especializan en la uva pinot noir. Más al sur llegamos al lago Wanaka, y paramos en el pueblo para almorzar al borde del lago, en un café buenísimo, donde nos tomamos unas pintas de cerveza helada y apreciamos la vista sobre el lago que al fondo tiene un monte nevado.








El siguiente pueblo es el más turístico de la isla sur, se llama Queenstown y está muy bien desarrollado, con miles de hoteles, restaurantes e infinidades de compañías turísticas, desde allí se hace paracaidismo, vuelo en avioneta, parapente, jetboat (bote de velocidad) en el lago, rafting, kayaking, bicicleta de montaña, vuelos en globo, en helicóptero, en aviones de acrobacias, etc. Cualquier actividad que uno se pueda imaginar, allá la tienen. Inclusive es base para excursiones visitar el destino turístico número uno de todo NZ, MILFORD SOUND. Pero esto incluye un viaje en bus de 6 horas hasta el lugar, lo cual preferimos hacer nosotros mismos en nuestro Nissan modelo 98.



Milford Sound


Llegamos entonces manejando por unas zonas muy lindas, con pastos muy verdes, grandes bosques, lagos y colinas adornadas de blancos rebaños de ovejas, hasta el pueblo más cerca de este lugar Te Anau. Allí pasamos la noche, hicimos un picnic al lado del lago y al día siguiente continuamos nuestra manejada hasta el famoso Milford Sound.





Las ampollas que le dejaron las botas del trekking a Susa


Desde el barco en el tour de Milford

El paisaje de toda esta región es único, los bosques son espesos y con mucha vida, uno de los planes que ofrecen a los turistas es recorrer los caminos y trochas donde se filmaron las escenas de la película “el señor de los anillos”.



El programa de Discovery “trotamundos” muestra este lugar con el viajero haciendo kayak, en medio de un lago muy grande rodeado de montañas muy rocosas altísimas. Realmente este lugar es un fiordo, que es una gran entrada del mar, en forma de cañón, formado por el descongelamiento de un glaciar hace millones de años. Esto le da unas características muy especiales, la roca es muy oscura y dura, las paredes de la montaña son muy empinadas y la profundidad del agua alcanza los 350 metros, la entrada del mar es muy angosta pero la laguna alcanza a ser bien amplia en su punto central. El agua de este es dulce por varias razones, tiene ríos afluentes de todas las montañas que lo rodean, y la zona donde está es muy húmeda alcanza 8.000 milímetros de lluvia al año, sin embargo, el mar en esta parte de la costa llega con fuerza y en épocas alcanza a entrar y cubrir gran parte del fiordo, mezclando grandes cantidades de agua salada con el agua dulce, esto permite que algunas especies marinas puedan sobrevivir allí, entre ellas pingüinos de cejas amarillas, leones marinos, moluscos y en especial una gran variedad de peces, algas y otras criaturas que solo pueden vivir a grandes profundidades en el mar, donde el agua es tan oscura como en el fiordo, ya que el agua dulce que tiene taninos y la roca de la pared es negra, hacen que la oscuridad del agua sea similar a esas condiciones del mar. Este es un destino muy especial para bucear, porque se pueden observar especies únicas.





Pero porqué se llamar Milford Sound y no Milford Fiord? Cuál es la diferencia entre sound y fiordo? Un fiordo es formado por hielo de un glaciar, y un sound es formado por agua que bajaba por la montaña, Milford es un fiordo pero siempre se le ha conocido como sound, así que por facilidad le siguen diciendo así. Esta zona de la costa tiene muchos sounds y fiords, en el mapa se puede ver claramente como la costa se ve quebrada, llena de entradas del mar muy delgadas, de ahí el nombre del estado de Fiorland.


El bote que escogimos fue perfecto, era más pequeño que los otros y se acercaba mucho más a las cascadas de agua, y a los animales que viven en las orillas, pudimos conversar mucho con el capitán y otro joven de la tripulación quienes oyendo nuestras historias del viaje, nos recomendaron ir a un sitio muy especial para nuestro próximo destino.



Un viajero más guerrero que nosotros



The Moth (Mandeville)


A unos 200 kilómetros más al sur llegando casi al último puerto, está un pequeño pueblo llamado Mandeville, una región dedicada a la cría de ovejas, con un pequeño restaurante llamado “The Moth”. Nos dijeron que allí te llevaban a volar en un biplano antiguo, un avión de dos alas como los de la segunda guerra mundial; Antes de llegar averiguamos mucho en los puestos de información de otros pueblos y nadie supo darnos razón, así que decidimos llegar allí y preguntar directamente. Croydon Aircraft Company es una empresa ubicada en esta población que se dedica al mantenimiento, reparación y funcionamiento de aviones clásicos, tiene su hangar justo al frente del restaurante donde llegamos a preguntar.




Nos confirmaron que estábamos en el lugar correcto, que buscáramos al piloto Ryan, pero no lo pudimos encontrar, así que preguntamos de nuevo en el restaurante y esta vez nos respondió John un señor canoso de unos 70 años, que resultó ser el dueño del restaurante y nos invitó a ver el museo de aviones clásicos que tienen en otro hangar justo al lado, nos indicó que entráramos solos, que la puerta estaba abierta, pero no encontramos la forma, y regresamos a pedirle ayuda, entonces decidió acompañarnos y nos dio toda una explicación completa de cada uno de los aviones que tenían allí, casi todos biplanos, muchos de ellos ingleses, uno tenía 75 años y fue el primer avión que voló Air New Zealand comercialmente, con 4 pasajeros y dos tripulantes, también hay una réplica del primer avión con motor que construyeron los hermanos Wright en 1903, pero la mayor parte de los aviones son Tiger Moth, un avión fabricado por la compañía Havilland entre 1932 y 1959, el cuál fue utilizado mucho durante la lucha contra los alemanes en la segunda guerra mundial. Su nombre lo tiene por su semejanza a una polilla (moth). Uno de los más lindos era el avión blanco, propiedad de John, el cual nos describió con mucho orgullo. Este museo es propiedad de un fondo fundado por John y todos los socios del club de aviación de Mandeville, para la preservación de la cultura aeronáutica en NZ.



Finalmente pudimos hablar con Ryan el piloto, quién nos dio la mala noticia de que salía de viaje al día siguiente para Christchurch y no regresaba hasta dentro de dos días; tuvimos que contarle toda nuestra historia para lograr que hiciera un cambio de planes y madrugara a hacernos nuestros vuelos en el Tiger Moth modelo 1935 que tienen disponible para vuelos panorámicos de la zona y por supuesto acrobacias que es una de las características más especiales de este tipo de avión


El restaurante “the moth” está recién remodelado y esa noche tenía todo reservado para un evento local, pero luego de nuestra amplia interacción con el dueño logramos que nos acomodaran una mesita para cenar. En una zona de cría de ovejas, teníamos que ordenar el “manjar kiwi”, unas chuleticas de cordero y estábamos tan emocionados con nuestro vuelo que pedimos champagne y todo. El cordero estaba absolutamente delicioso, perfectamente cocido, tostadito por fuera y bien jugoso y rojo por dentro, uno de los platos preferidos por nosotros en el mundo entero definitivamente.




Nueva Zelanda es el país con mayor cantidad de ovejas por persona, en 2004 alcanzó a tener 80 millones de ovejas mientras que su población no alcanzaba los 4 millones.


En este pueblo no había hoteles por no ser turístico así que nos fuimos 20 kilómetros más al sur a dormir en Gore, encontramos un hostal muy especial, en una antigua estación de bomberos, muy bien cuidadita y lo mejor, solo había un backpacker y nosotros, así que la casa era casi para nosotros solos. Al frente había un pub y nos fuimos a tomarnos unas pintas bien frías, encontrándonos con un concierto de un grupo local y mucha diversión con la gente del pueblo, pasamos una noche muy bacana en medio de una rumba auténtica de NZ.

Al otro día madrugamos para irnos a nuestro vuelo, y el día no se veía muy bien, bastantes nubes y viento, pero el piloto se veía muy confiado y dijo que no había problema, nuestro vuelo se podía hacer. Omar fue el primero en intentar, luego de breves instrucciones de seguridad Ryan le entregó una chaqueta de cuero y un gorro antiguo de cuero con gafas de piloto, una pinta realmente espectacular.
 


El avión estaba impecable, todo original, con los asientos, el interior y los comandos muy bien conservados y su motor nos es más que un motor de camión de 6.000 cc que se prende manualmente. Ryan preguntó que quería hacer, y Omar dijo que hiciera todas las acrobacias posibles, y así fue, estos aviones se elevan en pocos metros y son muy firmes para volar, por las dos alas el avión se mueve mucho menos que uno convencional y esto hace muy placentero el viaje, aunque un poco ruidoso, pero se siente muy seguro. Al cabo de 10 minutos de vuelo panorámico Ryan le pidió a Omar la señal para empezar las acrobacias, ahí empezó la verdadera emoción, el piloto hizo casi 8 vueltas completas (loop) de 360 grados hacia arriba, la primera enlazando hacia la izquierda, la segunda hacia la derecha, la tercera por el centro y en ese momento Omar ya estaba totalmente perdido, el piloto le indicó que mirara hacia la derecha para ubicar el horizonte y dio una vuelta más pero esta vez dejó el avión caer de nariz verticalmente hacia el suelo, bajando las revoluciones del motor, como si se hubiera apagado y luego recupera la nariz para planear cerca del suelo. Esto fue increíble, acrobacias reales como las que se ven en películas, es como una montaña rusa sobre el aire, Ryan dice que se alcanzan fuerzas “g” de hasta 5 grados. Susa no paró de tomar fotos y videos desde el hangar y cuando aterrizaron, la emoción y gran sonrisa de Omar no paraba, dice que fue el vuelo más emocionante de su vida.



Susa no podía quedarse atrás, así que sin mucho pensar se puso la chaqueta y la pinta de piloto y se fue a volar, Susa dice que lo mejor fue el hecho de sentirse como en el pasado, volando en un avión sin cabina, con más de 75 años de antigüedad, que fue utilizado para operaciones militares, algo que solo había visto en películas y sobretodo haciendo las piruetas tan impresionantes que uno solo alcanza a entender cuando ve los videos. No paramos de tomar fotos, hacer preguntas, sonreír y disfrutar esta gran experiencia que fue verdaderamente un privilegio. Nos despedimos con un almuerzo en el mismo restaurante y Omar como cosa rara pidió de nuevo las chuletas de cordero.










Dunedin: Larnach Castle


Empezamos nuestra ruta de regreso a Christchurch, pues el carro solo lo alquilamos hasta el 8 de diciembre, tomamos la carretera que va por la costa este de la isla desde el sur y llegamos a una ciudad intermedia llamada Dunedin, un lugar muy bonito con mucha arquitectura europea y muy cerca del mar, uno de sus atractivos es un parque nacional con unas colonias de pingüinos y de albatros que no pudimos visitar por estar de paso, pero en el centro de información turística nos recomendaron visitar un castillo antiguo que hoy día es museo y nos ofrecieron hospedarnos allí con una cena incluida dentro del salón principal del castillo, lo cual sonó muy atractivo y decidimos hacerlo. Antes de irnos allí, visitamos el museo Otago, que tiene una gran exposición de arte Maori, lo nativos de NZ y muchas otras culturas de la polinesia y papúa nueva guinea, de donde migraron los Maori. Espectaculares trabajos en madera, fibras, huesos etc. Tenían las máscaras que vimos en el barco de nuestro viaje de buceo en Cairns Australia. Luego fuimos a la estación de tren que es espectacular, un edificio perfectamente conservado con un jardín hermoso al frente.



Réplica de las barcas en que navegaban por la polinesia


Estación del tren

Llegamos al castillo Larnach con mucha curiosidad, la entrada era bien larga en medio de jardines verdes muy estrechos, y nos indicaron que las visitas ya cerraron por el día, así que tendríamos que visitar en la mañana, pero nos llevaron a nuestro sitio de hospedaje, que eran los establos originales del castillo los cuales fueron acondicionados como hostal, un lugar sensacional, muy acogedor con detalles de madera antiguos y muy bien equipadito. A las 7 pm nos dirigimos entonces a la cena dentro del castillo, en el salón exterior estaban organizadas varias mesas y había unas 12 personas tomando aperitivo, nos sentaron con una pareja de ingleses, que resultaron muy conversadores y muy queridos, después nos llevaron a todos al salón principal en el comedor original y una maître muy bien instruida que nos amenizó la cena con la historia en detalle de William Larnach y su familia, la cena estuvo muy rica y el ambiente de este salón en la noche era mágico, nos tomamos una botella de vino y conversamos con los ingleses por largo tiempo hasta que nos tuvieron que sacar como a las 12 AM.



Al día siguiente visitamos el castillo por dentro, y nos encantó todo está muy bien conservado y la vista que tiene desde la terraza superior es maravillosa.


Nuestros amigos ingleses



Gliding in Omarama


Nuestro último día de carro quisimos aprovecharlo muy bien. Después de la increíble experiencia del Tiger Moth, decidimos hacer todas las actividades que normalmente no están disponibles en nuestro país, para aprovechar al máximo esta visita a NZ, y casi todo nos llevaba a aventuras desde el aire, así que decidimos volar en un planeador (Glider) cabinado, se acuerdan la película “the Thomas Crown affair“ donde Pierce Brosnan lleva a Renee Russo en un avioncito blanco delgadito, que no tiene motor??.



Avión de remolque


Esta vez susa fué primero







Omarama es un pueblo pequeño en medio de un desierto rodeado de montañas, los vientos calientes rebotan en las laderas de las montañas, lo cual es perfecto para los deportes de vuelo con termales, como el gliding, parapente, etc. En el aeropuerto hay dos compañías que ofrecen este servicio y llegamos con nuestra reserva para hacer dos vuelos de 20 minutos. Los planeadores son espectaculares, largos, delgados y muy confortables y lujosos por dentro, con una cabina transparente ovalada que permite tener toda la panorámica durante el vuelo. Un pequeño avión con motor potente remolca al planeador hasta una altura de 3.000 pies y lo suelta en el aire, el piloto que va atrás se acerca a la montaña en busca de las termales que le permiten subir en espiral y ganar altura llegando hasta 9.000 pies. Desde ahí se sale a planear sobre el desierto, y la sensación de paz y relajación es muy especial, como la cabina es cerrada el sonido es muy suave y la sensación de velocidad es menor.




Ahí se ve el avión remolcando y la cuerda que lo hala

La vista desde este lugar es única, ya que esta cerca de la zona montañosa donde están los glaciares Fox y Franz Josef que visitamos antes, se alcanza a ver el monte Cook inclusive. Una vez se llega a una zona de aire denso calmado, el piloto le permite a uno pilotar el avión con unas instrucciones básicas, esto es bastante difícil porque se debe combinar la acción de los pedales y el stick que se puede mover hacia los lados, hacia el frente y hacia atrás, la sensación es muy interesante. Pero lo mejor es que el piloto era bastante experimentado y pudo realizar 4 giros completos en espiral igual que los que hicimos en el tiger moth, fue increíble sentirse volando como un pájaro capaz de moverse tan ágilmente como para dar una vuelta completa sin perder control sobre el vuelo, no nos arrepentimos ni un minuto de haber hecho esta actividad que muy pocas personas en el mundo tienen acceso a hacer.


Vista del monte Cook

Lake Tekapo


No es de mentira, la tomamos con nuestra cámara

Manejando un poco más al norte en dirección Christchurch, pasamos por uno de los lugares más nombrados de la isla, el lago Tekapo, es un lago divino con agua de color turquesa justo detrás de las montañas donde están los glaciares y el monte Cook, su color es causado por un polvo que sueltan las rocas de los glaciares que lo rodean. Esto hace una vista única, el color azul del cielo, el blanco de la cima en las montañas y el turquesa del agua, son sin lugar a duda, imágenes que solo se logran allí.



Esa tarde terminamos un gran recorrido de 2.400 kilómetros en 8 días.


Camper Van

Este país está tan bien diseñado para hacer turismo que uno de los principales medios utilizados son los carro casa, las camper van como dicen los kiwis. Hay muchos lugares de camping, parques con espacios para picnic y hasta bahías en las carreteras para que la gente simplemente parquee su camper ahí y pase la noche; la seguridad es muy alta y la tranquilidad para viajar se siente en todas partes.

Esto lo sabíamos desde antes de venir, pero cuando planeamos el viaje, nos dimos cuenta que es muy costoso alquilar uno de estos carros, porque son bastante especializados, y si se alquila un carro económico como el nuestro, sale más barato pagar el hotel y el carro, que la misma camper van. Pero queríamos tener la experiencia de pasar algunos días en uno de estos, que siempre ha sido el sueño de Susa (viajar en carro casa), así que recurrimos a nuestra agilidad de turista del mundo, y encontramos una compañía de realocaciones. Muchas veces los clientes alquilan las camper desde una ciudad y la dejan en otra, inclusive de una isla a la otra, y estas compañías tienen que regresar los carros a su ciudad origen, por lo que ofrecen precios muy bajos, de hecho casi subsidiados para que otros turistas las lleven en sentido contrario, con algunas restricciones, obviamente.
Por esto volamos desde Australia hasta Christchurch, alquilamos el carro por 8 días para recorrer la isla sur y tomamos una oferta de realocación de una camper van desde el día 8 de diciembre hasta el 11 de diciembre, recogiéndola en Christchurch (isla sur), entregándola en Auckland (isla norte) donde tomaríamos nuestro vuelo para Argentina el 12 de diciembre. Se trataba de una pequeña van con cama doble, microondas y lavaplatos, pagando 5 dólares de NZ por día y nos pagaban el valor del ferri para cruzar de una isla a otra, el cuál vale 125 dólares, mejor dicho el viaje era subsidiado. Nuestra expectativa era baja respecto al carro, porque hay de todos los modelos y precios, desde el hippie camper que es una vansita pequeñita, hasta carros con cabinas altas completas, con baño y ducha. Después de tanto viajar por la isla del sur, vimos miles de camper y ya sabíamos qué modelo nos parecía más bacano y todo. Cuando llegamos a la compañía de alquiler, nos entregaron un DVD con un instructivo completo sobre la utilización de todos los servicios del a van, y nos sorprendió que hablaba de muchas cosas que no esperábamos tener, esperamos que nos llevaran al carro, cuando nos dicen que nos habían hecho un upgrade, nos dieron una camper van mercedes benz de 7 metros de largo, con cocina completa, nevera, estufa, microondas, tostador, extractor de olores, baño con ducha, sala y una cama doble de 2 metros de ancho, un carro espectacular, no lo podíamos creer, era como un sueño, susa se montaba por delante, colgaba la ropa, se salía por detrás, abría los gabinetes, fue un momento sensacional.



Salimos entonces a hacer mercado con la aventada de Susa manejando, para nuestra aventura de 4 días en carro casa.


Hicimos un mercado serio, con vino, champaña, cervezas, chuleticas de cordero, huevos, panes, café, arroz, papas y hasta maíz pira para hacer críspelas. Empezamos nuestra ruta rumbo norte por la costa noreste de la isla.

Kaiakoura


Es una pequeña población costera, en una bahía que al lado sur tiene una colonia de focas muy linda, donde muchos pescadores se sumergen en el agua con sus equipos de buzo para pescar las langostas famosas, en inglés las llaman crayfish que son diferentes de las lobster porque no tienen tenazas, es decir son iguales a las que tenemos en el caribe. La gente se sienta a comer en pequeños chuzos ambulantes donde las sirven cocidas.



Nosotros decidimos no privarnos de semejante manjar, pero buscamos una buena pescadería en el pueblo donde comprarnos un crayfish de 750 gramos, más vale que fuera buena porque cobran el kilo a 100 dólares, que tal el precio? Envuelta en periódico nos la llevamos en nuestra camper para la cena, y fuimos a buscar un lugar tranquilo para pasar la noche.




Mejillones de concha verde, otra delicia de allá

Unos 20 kilómetros al norte de la bahía nos encontramos con una finca de cría de venados, se veían espectaculares en el potrero todas juntitas con sus enormes cuernos como de terciopelo.



Pudimos encontrar una pequeña carretera destapada que recorría la playa al final de la bahía y estacionamos nuestra camper en un lugar muy lindo aislado de todo, con una playita de piedra oscura al lado de una finca con ovejitas. Abrimos todas las puertas, sacamos la mesa lateral sobre la arena y pusimos todo para una cena excepcional, abrimos la botella de champagne y nos comimos nuestra langosta solita con limón, no sabemos si la suavidad y buen sabor estaba afectado por el lugar, la camper van, la champagne o el precio que pagamos, pero fue un verdadero manjar, y esa era la entrada no más, guardamos la mitad para brunch al día siguiente y pusimos medio costillar de cordero a la plancha como plato fuerte, mejor dicho camper van cinco estrellas con servicio cinco estrellas.





Nos divertimos mucho aprendiendo a utilizar todos los servicios de la van, armando la cama y poniendo las cortinas de forma que nos quedara vista al mar al amanecer. La tranquilidad y calma de esa noche fueron inolvidables.




Atardecer espectacular!




Miren el tamaño de la cama



Pero la camper no solo es comodidad, también tiene su trabajo, sino de donde creen que sale el agua para cocinar y lavar platos? Y que pasa con el agua de la ducha y los desechos del sanitario? Bueno, se tiene un tanque de agua potable que se debe llenar en las estaciones de servicio, donde hay un grifo donde conectar la manguera y llenarlo fácilmente, pero el agua gris o agua usada también debe expulsarse y para eso hay puntos de descargue en las estaciones también y en algunos sitios de camping, con una manguera que se conecta a un grifo de desagüe en la camper, se puede sacar esto fácilmente. El sanitario es un poco más complejo, es un depósito de plástico en forma de maleta de viajes con ruedas, que se saca de un costado y luego se debe llevar al punto de desecho, que es como un sanitario, abriendo un tubo se vacía el interior del depósito y luego se le pone agua limpia dentro con un polvo químico azul y se instala de nuevo. La camper tiene una batería independiente para las luces internas, la nevera y el motorcito del sanitario, que supuestamente hay que cargar cada dos días, pero nosotros nunca la cargamos y siempre hubo suficiente. Esto se hace pasando la noche en los camping especializados en camper van, que tienen un toma corriente donde se conecta la energía y se recarga todo. Eso es todo, nos pareció bastante autónomo y muy fácil de mantener para semejante cantidad de servicios que ofrece.

Kaiakoura - Blenheim (Mount Riley) - Picton (ferri)


La segunda jornada empezó con un paisaje muy lindo por la orilla del mar con unos acantilados bellísimos, hasta entrar a la zona más plana de Blenheim donde hay muchos viñedos y bodegas de vino, entramos a una llamada Mount Riley donde tenían un lugar para picnic con chimenea y mesas, entonces decidimos hacer nuestro almuerzo ahí y tomarnos una botellita de las que compramos en la cata de vinos que nos dieron.
 





Picnic en el viñedo

Al final de la tarde llegamos a Picton que es la ciudad de donde sale el ferri que cruza a la otra isla, teníamos tiquetes para el día siguiente a las 10 AM así que buscamos un lugar para parquear nuestra camper y pasar la noche, de forma que estuviéramos cerca del muelle para abordar.



Esta ciudad está ubicada en una zona de sounds, como los que hay en Fiorland, desde donde hay carreteras sobre la montaña con unas bahías no muy amplias para aparcar, encontramos un lugar privilegiado con vista a todo el sound, tranquilo y solo para nosotros, pasamos una espectacular noche, de nuevo el menú estuvo a la altura y dormimos como reyes. Al día siguiente nos levantamos con la vista espectacular del sound viendo pasar los barcos y ferris sobre el agua, mientras salíamos de un baño de agua caliente en nuestro exclusivo carro casa. Abordamos el ferri a tiempo y disfrutamos de 3 horas de navegación por la salida del sound y cruzando el océano pacífico sur en un gran catamarán, rumbo a Wellington capital del país.


Vista saliendo de la ducha


Desde el ferri

De ahí subimos en dirección Rotorua y pasamos por un parque nacional con una montaña nevada llamada Rapehu en medio de una zona desértica muy linda, y luego una región llena de proyectos de reforestación y grandes extensiones de cría de ovejas, realmente nos perdimos un poco de la ruta más directa y terminamos manejando por unas carreteras del interior que estaban en buen estado pero eran mucho más curvas y exigentes para manejar, la verdad se le siente bastante la inercia a la camper cuando se deben tomar curvas pronunciadas.






Monte Rapehu

Pero logramos llegar al lago Taupo que es muy importante por su pesca y tiene varios lugares turísticos alrededor, encontramos una zona de camping público donde parquear la camper, al lado de una playita en el lago, y de nuevo la rutina de cocinar bien, sentarnos a ver las estrellas al son de un vinito de NZ.






El día siguiente llegamos temprano a Rotorua que es la ciudad con mayor concentración de población Maori de todo el país, donde hay un parque temático con todo el tema de esta cultura, no pudimos entrar por falta de tiempo, pero parece ser otro interesante lugar para visitar. En la tarde pudimos devolver el carro cerca al aeropuerto de Auckland en la parte noroeste de la isla y nos fuimos para el centro de la ciudad a pasar nuestra última noche.

Auckland

Nos quedamos en un hostal cerca del viaducto Harbour donde fuimos a tomarnos algo, y se veía bien concurrido y con buen ambiente. La ciudad de Auckland es mucho más grande que al sur, tiene grandes edificios con estilo muy inglés y una gran torre de comunicaciones desde donde la gente hace bungee jumping.

Escultura cerca a la marina, al fondo la torre de comunicaciones



Nuestro vuelo para buenos aires salía a las 5 PM del 12 de diciembre, así que tuvimos tiempo de caminar por la ciudad, ir al mercado de artesanías que no es muy grande y hacer un buen almuerzo en el Harbour al frente de la marina, donde están los yates y los veleros espectaculares, la zona es muy linda con restaurantes, bares y muchos edificios modernos con apartamentos nuevos, así que nos dimos un último gustito, y pedimos una buena botella de vino rosé y un buen pescado.


Ultima empacada de la maleta saliendo del hostal

Lo mejor para lo último!!!


Nueva Zelanda no solamente cumplió con las altas expectativas que traíamos sino que las superó ampliamente, este país es un destino especial, tal vez el mejor país para hacer turismo en el mundo, la infraestructura, la variedad de paisajes, el tamaño moderado que lo hace manejable, la facilidad del inglés, la diversidad de actividades y la buena actitud de su gente, la hacen parecer a un gran parque de diversiones para grandes y chicos, donde uno no para de sorprenderse. Estos 15 días fueron verdaderamente inolvidables, como podrán juzgar por las 76 fotos que publicamos y la longitud de este relato.



Aburridos por hacer nuestro último check in, último vuelo del viaje